Ahí están, al otro lado del mundo lejanos como montañas coléricos mares embravecidos que no entienden, y está bien que así sea, que permanezcan ajenos que no sean parte aunque suene egoísta. Miran distantes, tal vez hablen pero este es el límite murallas que se alzan, puentes que, por una vez, no se tienden es preferible que así sea. De este lado dos almas que se miran y miran la noche Existen en un cubo estrellado Íntimo. Dos manos que casi se rozan Titubean se acercan se repelen se vuelven a buscar Todo en perfecta calma Hora tras hora Engranaje del tiempo que lento rueda [La brasa del cigarrillo En tus dedos El humo que sale de tu boca Floral, denso, intenso] Solo espero y deseo que este silencio que hoy aturde y nos separa y nos somete y que no se quiebra, sea silencio mas no olvido como dice aquel poema. Que todavía me pienses un poco en este invierno mustio desde tu muralla en la noche estrellada, cuando los espectador...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)