“¿Y cómo dormir ahora que las ganas de verte hacen que la ansiedad me consuma como se consume un cigarrillo que nadie fuma y que está ahí, al borde del cenicero? En esa conversación que tuvimos hace un par de horas descubrimos, chistes y risas mediante, que hay muchos aspectos de nuestras vidas que guardan un paralelismo interesante, que sin saber coincidimos en varias cosas (gustos de helado como signo irrefutable de eso que vengo diciendo); que es verdad que deberíamos vernos a pesar del calor, contamos con medios para refrescarnos (con y sin alcohol); y la idea de pasar un tiempo juntos, con la guitarra y todo –como me dijiste querés que sea- fue desencadenante de este insomnio que ya lleva varias horas y me obliga a estar recordando(te), reconstruyendo tus palabras una a una, haciendo que de sonrisa en sonrisa piense en vos y te dibuje, cerrando los ojos (a ver si de paso logro dormir unas horas, muchas obligaciones por delante y ya empieza a amanecer), lograr de algún modo volver a escuchar tu voz en este mundo de párpados unidos. Posiblemente, al abrir mis ojos me encuentre con lo de siempre (todo dispuesto y acomodado, la habitación de paredes blancas y la luz de la Luna que se mete sin preguntar por la ventana de este segundo piso) pero tu recuerdo cambió el curso de las cosas, y sumo las ganas de que llegue el día en que volvamos a encontrarnos, en un contexto en el cuál existamos sólo vos y yo, vos para mí y yo para vos, como un deseo (que va creciendo y toma forma, encuentra corporeidad y grita TU nombre), como el anhelo de poder, aunque sea una vez, tocar el cielo con un dedo y rasgar su perfección, golpear las puertas de algún paraíso y sentir paz, por fin paz, en tu sonrisa, en tu manera de ser, en el sonido de tu risa y en el claro de tus ojos. Por fin paz, algo auténtico, por fin...”
FIN
UN CRONOPIO
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