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¿Qué Puedo Decir?

"Te extraño. Me apego a tu recuerdo, a lo inconcluso de eso nuestro que empezaba a nacer. Inconcluso como la novela que jamás terminé de escribir, y que descansa en borrador en el cajón con tantos otros recuerdos. O como ese libro de Max Weber que comencé hace algunos años, y el señalador se perpetuó en la página ciento cuarenta y ocho.

Parece que, como dijo Cortázar en aquel poema, la única forma de encontrarme es en mi matecito amargo; puesto que intenté mezclarme, escabullirme, filtrarme en tu vida, poniendo el corazón delante y algún que otro prejuicio atrás, y ya ves cómo se fue desenvolviendo todo.

Está lloviendo, y hoy la lluvia es un poco más amarga que otras veces (no sé si lo sentís de la misma forma), parece un llanto lento pero que desgarra, gota a gota en mi ventana, el llanto se va dibujando, las primeras luces de la noche asoman como ojos fijos color naranja, rojo, ojos fijos que parece que me están mirando inmóviles, inquisidores, contemplando, silenciosos testigos de la amargura que hoy me aqueja y que lleva tu nombre.

Pero qué puedo decirte que no sea que te extraño.

Y en noches así me da por escribir, me da por leer un buen libro, por recordarte y escribir, algo sin el más mínimo sentido pero escribiéndote lo mismo. No sé bien para qué, supongo que para mantenerte presente en mi mente. Imagino (lo de ayer fue increíble) que todo va a ser distinto en lo que va de la noche, que mi teléfono sonará y que serás vos, todo acomodado para recomenzar, el camino allanado de obstáculos y cosas como esas. Pero no, y lo de ayer fue increíble. El timbre sonó en casa varias veces, y mantuve una estúpida, ilusionada esperanza “in crescendo” de que seas vos. Pero no.

También en noches así (ya no llueve) me da por ir a caminar, a recorrer esta ciudad de La Plata, con el viento en la cara y las esperanzas en los bolsillos, en mi pelo, en mi piel... camino sin rumbo, pensando, y esos pensamientos tampoco tienen un iter demasiado definido, van y vienen, como la bolsa plástica que quedó atrapada en la corriente de aire, y que, por extraña coincidencia, me viene como anillo al dedo para armar un pensamiento un poquito más coherente que los que vienen desfilando por los pasillos de mi mente desde que salí de casa (me olvidé la billetera, una lástima, quería algunos caramelos). Recorriendo, ya más tranquilo, las calles húmedas y las veredas de algún ministerio, del bolsillo saqué un papel muy bien plegado, que decía: “Hoy me encuentran en esos momentos en que el amor toma otras dimensiones, otros rumbos. Cuando nos desespera por descubrirlo y descubrirnos, el amor se vuelve hacia mí tan hermoso, tan nuevamente auténtico; viene sereno y sigiloso y nos golpea, con otros gestos, con nuevos rostros. Hoy, encuentro esas nuevas posibilidades, esos encantos a través de caras nuevas, de sonrisas cómplices. Me lleno de ellas, comparto el cosquilleo que transmiten, sintiendo su calor penetrante.

Voy queriendo transformar una imagen en realidad, poder realmente saborear esa sonrisa pacífica, esos labios tan expresivos, tan nuevos, tan desconocidos...”. Fue extraño haberlo encontrado hoy, justo cuando pensaba en vos, en lo inconcluso de lo nuestro, y cuando me digo a mí mismo que no estoy seguro de dónde estoy ni de lo que voy a hacer una vez que regrese a casa.

Lo que sí es seguro, es que una vez más escribiré que Te Extraño, que esperaré tu llamado y que, si recomenzamos, si decidimos (no sé por qué hablo en plural) comenzar de nuevo, esta imagen por fin se convertirá en realidad para los dos.

Y si se trata de hablar de extrañar y cosas así, hoy, aquí y ahora, extraño tu compañía, tu breve pero intensa compañía, para que me alegres el corazón con tu simpatía, con esa vida que emana de vos. Tenerte cerca una vez más, simplemente quiero verte, mirarte como sos, tu espontánea manera de ser, impredecible, hermosa en todos sus aspectos. Que nuestros ojos se inunden mutuamente con nuestras disímiles esencias, que todo se resuelva en un juego sin palabras, en el que no haya un ganador y un perdedor, un juego hermoso, cuyos protagonistas (algo más allá de vos y de mí, algo más que nosotros, los labios, los ojos y las caricias) y sus reglas (esa “no-regla” de entregarnos libremente a nosotros mismos) nos encuentre iguales. Quisiera decírtelo mirándote a los ojos, esos ojos que me dieron paz, alegría y algo más.

Mientras tanto, estarás ausente en mi vida, y yo lo estaré en la tuya, tal vez esperándonos, tal vez no, quién sabe.”

FIN

UN CRONOPIO


[N.D.A.: Mis mil contradicciones, no hacen más que llamarte en mi pensamiento, sentirte cerca una vez más, como alguna vez creo qe lo planeamos. Nocturnas reflexiones camino a casa, luego de que por esas casualidades de la vida, nos volvimos a ver... No recuerdo bien qué pasó hasta llegar a mi cuarto, pero sé que verte me confundió, creía que tenía todo tan claro esta vez, pero no. Te ví, y otra vez sentí esas ganas de estar con vos, de continuar aquello que quedó como suspendido en el aire. Como ahora, que escribo esto que tal vez nunca leas... UN CRONOPIO]

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