"No sirve de nada intentar quererte, tratar de robarte una risa. Tampoco sirve de nada intentar acercarse a vos, porque a cada mirada, estás más y más lejos, ensimismada, lejana y mirando con cierta gracia – esa mirada que conozco bien, esa mirada entre irónica, cínica, y con sesgos de lástima- como los intentos de llegar a vos, van fracasando uno a uno.
No sirve de nada intentar creer que, a fin de cuentas, eras distinta; y sé que estarás leyendo esto y sonreirás torciendo la boca maliciosamente, deseando de mí un alejamiento que, por lo pronto, no puedo concederte, aunque todo esto me duela (y vaya si me duele). Es un dolor punzante, hiriente, frío y que me saca el aliento, este que siento cuando veo –de lejos- cómo abrís la puerta de tu mundo, y dejás entrar a ese otro que seguramente, tarde o temprano, escribirá algo parecido a las líneas que hoy (te) escribo. Pensar que alguna vez creí eso: que todo lo que nos dijimos, las promesas, los abrazos, tantas tardes, serían las dos vueltas de llave para entrar en vos, sentir que te mostrabas ante mí, pura y adolescente, que los “te quiero” que solían dibujar tus labios, realmente salían desde el alma; me negaba a creer que estaban vacíos de contenido.
No puedo alejarme de vos. Y sería cobarde insultarte, no tenés culpa de nada (o tal vez sí, pero qué importa ahora); mejor es insultarme a mí mismo, por no poder alejarme de tu voz, de tu perfume. Por no entender que “ya está, ya fue”, que no serás la indicada en mi vida, ni serás la indicada para él, ni para ella, ni para nadie. Por tu inconstancia selectiva y tu encanto lejano, que nos deja, tanto a mí como a él (a él con la esperanza de ser la novedad), intentando despertar algo en vos, algo auténtico, por fin algo estúpidamente auténtico… pero, ¿Quién soy yo, para decirte algo?.
Espero algún día poder olvidarte, porque sé - comprendí después de tanto esfuerzo vano- que no nos correspondemos, que yo necesito algo de vos, que vos no me podés dar, y no digo “y viceversa” porque vos a mí no me necesitás.
Y ahora, luego de idas y venidas, mudarás tu domicilio, y no quiero saber dónde vivirás de ahora en más los próximos años, porque quiero que te vayas diluyendo lentamente de mi vida; primero perder la forma de contactarte, luego el recuerdo de tu voz, tus ojos, así hasta que sólo seas en mi vida, lo que yo en la tuya: un nombre, o tal vez ni eso…"
FIN
UN CRONOPIO
Comentarios