S alvando la distancia, todo es perfecto. Tu pelo, tu risa, tus “hola” y por qué no también tus “chau”. Ese sabor que tiene el abrazo tan eterno, y a la vez tan efímero, sólo unos segundos y ya, otra vez de cara a la realidad. Por eso es que busco encontrarte en cada cosa que veo, en cada piedrita de color que junto en la calle, en cada suspiro largo y profundo. Busco, te encuentro, te revivo para mí. Te recreo, te reinvento. Es que, salvando la distancia, el mundo no tiene barreras para los sentimientos. Los ríos y los mares son charquitos, pequeñitos pequeñitos, que de un solo salto se sortean, y se reducen a nada. Porque en cada canto de pájaro estás, con un canto de “no me olvides” y cómo hacerlo, si parece que todo es música cuando te veo. Sencilla, humilde, trabajadora incansable creadora de sueños, de proyectos de vida que van y vienen, y me arrastran a mí (indirectamente). A mí, que quiero destruir la distan...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)