Hace pocos días, encontré un papel simétricamente doblado a la mitad. De un lado, fragmentos de un escrito judicial; del otro, lo que escribí automáticamente, de puño y letra, el agradecimiento que nunca llegó a vos, después del 'hasta mañana' y la sonrisa en consecuencia, uno de esos días donde todo era colores para vos y para mí. Palabras que hoy quisiera decirte, y no se puede y por eso escribo. Leí con cierta nostalgia mis propias palabras, porque te evocan de la primera a la última a vos, pese a todo, pese a esperar (y actuar, porque tal vez también eso), deseando que todo cambie. “Todo era un constante gris hasta que te conocí, y teñiste cada día con un color distinto, con ese color que imprime tu risa de todos los días, cada acto, cada palabra... desde que te conocí, supiste ver en mí, eso que creía perdido. La risa por la risa misma, recordarte y sonreír sin motivo aparente... haberte conocido, fue haber encontrado la paz que uno busca, la locura que l...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)