Libre la noche de toda ropa
no te inhibe mostrarte casi desnuda
siento tanto deseo de culminar la tarea
que vos empezaste
parada frente al espejo.
Los besos que recorren la espalda,
blanca se estremece con unos labios
paseando, recorriendo, jugando
ese juego de pasión sobre tu cuerpo
Te mirás, sin ropa, pero no vulnerable
Todo el fuego de frente al cristal que te refleja
una mano corriendo tu pelo, un beso que sigue
la curva perfecta del cuello
que corre un bretel y besa el hombro desnudo, indefenso,
haciendo lo propio del otro lado, nuevamente
los labios húmedos sobre el blanco marfil de tu torso.
Un silencio nocturno te envuelve
parada frente al espejo
Siento crecer esas ganas de terminar
la tarea que vos misma empezaste
quitarte por fin, la poca tela que
recubre el oasis del deseo originario
Rodearte con los brazos, los ojos incrédulos
(Ojos que no alcanzás a ver por obvias razones)
el alma misma desencajada ante tu cuerpo,
ahora sí, totalmente desnuda, vos y ese
doppelgänger, se miran fijamente
como si no importara más nada
ni los besos, ni el último despojo
ni el deseo, ni la noche, ni mi presencia
Esa presencia que se esfuma, que es etérea
Nada más importa, es cierto.
Te mirás, paciente,
reconociéndote, en completa ataraxia
fijos los ojos, intactos los sueños,
una noche más entre tantas otras.
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