" ¿Cómo controlar aquello que sentía? Su rabia por saber que estaba haciendo el ridículo y no obstante seguir haciéndolo para goce de Ella y de sus “mejores amigos” (tenía una certeza sin base, sin fundamento, pero él creía que era así), esa rabia lo sumía en varias horas de pensamiento y mates con sabor a insomnio, una noche que de un cachetazo lo encontró solo, mirando hacia la pared, a veces escribiendo, pero buscando una solución (tal vez definitiva) a eso que le venía aconteciendo. “No, no tenés definitivamente nada que hacer acá” –pensaba-. ¿Qué importancia tendría para Ella? Si las conversaciones se dilataban en un tiempo que le quitaban naturaleza de conversación, arrancándole las palabras, a ella que disfrutaba ver como tenía que hablarle a pedido de parte. Con todas las sensaciones mezcladas intentaba siempre poner buena cara, quería demostrar (en vano, como tiene que ser) que era él el de “la experiencia”, que sabía manejar estas situaciones, producto de vivenci...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)