"Le hablo a la mujer perfecta. A quien fue mi más profunda inspiración. Hoy, de cara a esta soledad (a veces intolerable, a veces no tanto, a veces haciéndome ver hacia el interior y descubrir aspectos interesantes) me confieso y me rindo a sus pies.
A ella le hablo, mi musa, mi motivo más patente, mi norte, causa y efecto de sentir como siento, determinante de quién soy en este momento.
No voy a describirla, no tendría sentido, las palabras quedan chicas, no me justifico en mi ignorancia, sólo que no puedo hacerlo, ya que implicaría dejar de lado –inconscientemente, claro- otros aspectos que la componen, que la hacen perfecta para mí y a la vez inalcanzable.
De todos modos le hablo, desnuda el alma a esta hora de la noche, hora en que su imagen (entre difusa e intermitente) aparece tan hermosa como la hermosura misma. Y aquí otra vez mi carencia.
Cierro mis ojos y me paro frente a ella, le cuento que en su mirada, que refleja esa honestidad marca ‘Frida Kahlo – Diego Rivera’, en su manera de abrir los pétalos lentamente para enmudecerme con su belleza (y sabe que es así, porque, como si fuera un juego en el que impone sus reglas, deja entreverse muy de a poco, retrasando y prolongando cada movimiento, la forma en que la veo tan hermosa, y sabe que desespero), en todo eso que es tan Ella, encuentro ese fundamento último, en la expresión y en el Deseo.
Haber descubierto en ella el carácter de verdadera princesa, mas no colocando un grano de maíz bajo diez colchones, sino simplemente en el roce de su mano y su mirada soñadora, que se posó sobre la apesadumbrada, cansada y algo resignada mirada mía.
Le hablo aunque sé que no me está escuchando, porque sé también que a esta altura de la noche mucho no importa, que si estuviera al lado mío la noche sería diferente, todo lo sería… por eso sólo intento alcanzarla, en silencio, luchando en cada paso, en cada logro y en todo fracaso.
Ella es todo y un poco más…
Es el motor de un mundo chiquito, pasaporte a la Libertad y a no sentir, por fin, temor a estar equivocado.
A ella le hablo, a la mujer perfecta, la que habita y ronda en mi cabeza y en cada pensamiento, a la que idealizo e idolatro; la mujer que me hace renacer cuando tímidamente de sus labios rosados escapa mi nombre, quien transforma una lluvia en canción y ve el mundo desde los ojos de la imaginación en estado puro.
Viajera del tiempo, perpetuadora de recuerdos cálidos en abrazos, imaginadora, soñadora; tiene el poder de generar la sonrisa que me rescata un poquito de mí mismo. Ella tiene ese poder, es ella la mujer perfecta, y es a ella a quien esta noche, hablo…"
FIN
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