“Sé que podría cometer una y otra vez los mismos errores, tomar otra vez el camino que no es el correcto, saborear los males, amargos males, que me comprimieron el corazón aquella vez. Sé que hoy dejaría muchas cosas de lado, invocaría al olvido; a un costado dejaría ese rencor que sentí y que, en definitiva, me hizo caer en la cuenta de que no aprendí nada.
El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y hoy, siento la necesidad de tropezar, una vez más tropezar y equivocarme. Es necesario. Sé que quiero hacerlo.
El error tiene forma de besos y sabor a un caluroso verano, se viste de abrazo y llega a mí a través de una dulce voz adolescente que me marcó –imposible negarlo a esta altura del recuerdo-, me partió al medio como un rayo. Como si fueras una tormenta, con tus riesgos, supe de antemano cómo iba a ser el juego y así lo acepté. Sufrí, sí, sufrí, pero no lo puedo evitar… otra vez Te Extraño, y mucho…”
FIN
Un Cronopio
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