Siento que me refugio en la madrugada, y no es algo de ahora, ya hace tiempo empecé a darme cuenta que todo pierde sentido (y lo gana a la vez) alrededor de esta hora. Me paseo saltando de red social en red social. La gran F, el pájaro, la cámara. La competencia moral y perritos en adopción, las sentencias en 140/280 caracteres. El ego paisajes autofoto, click, la chica que me gusta con un nuevo amor. Golpe bajo y cuenta de protección. Una, dos, diez veces así. De atrás para adelante, arrastre hacia abajo y suelte para actualizar. Total oscuridad excepto el teléfono. Me destapo un poco una pierna y con ese fresco, una bocanada de realidad que me advierte que hasta ese momento todo estaba viciado; la completa oscuridad en cierta forma me protege de lo que a la luz del día es inevitable: la ropa toda desparramada en el suelo, y sin embargo la piso y sigo. Libros, tambores, cables, más ropa, dinero. Todo en estado catastrófico de abandono y no hago el mínimo esfuerzo por poner un po...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)