Podría arrepentirme hoy, ahora,
de cada paso en falso, cada caída certera al vacío sin poder poner las manos;
La cara contra el piso, estallido de huesos en este concreto de realidad inexpugnable.
Concreto [cemento] y concreto [el aquí y el ahora].
La arena que cae lenta pero constante por la cintura del reloj
Y estoy como aturdido frente al recuento de los fracasos.
Un golpe, dos golpes, sacudirse un poco y seguir. Claro que siempre será la mezcla de tierra y sangre en las manos, pero de todos modos seguir (por qué, para qué).
Mientras, todo se va sucediendo, y dejo que suceda, no hago nada para cambiar el rumbo fatal. Asisto inmóvil a la cuenta regresiva.
Soy esa canoa que se mece en el agua del río nocturno.
Mi alma se va erosionando a fuerza de tristezas, pero es tarde y hay que dormir.
Pero los pedazos de alma, goodbye sweetie, mañana nos debatimos internamente los grandes problemas coyunturales, esos con mayúsculas.
Siempre es mañana, la semana que viene, en un rato.
Procrastinando, cobardemente, claro. Hasta que el golpe contra el concreto y ahí no hay quién te salve, no hay héroes, no hay mártires.
El eco de mi soledad retumba en el techo que miro fijo. Imposible dormirse con este pastoso sabor en la boca.
Siento latir fuerte el pecho, y en la nuca un siseo de arena fría, helada. El tiempo se agota. Y no te salvo. Es imposible salvarnos.
Comentarios