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Mostrando entradas de 2020

Frente al espejo

Libre la noche de toda ropa no te inhibe mostrarte casi desnuda siento tanto deseo de culminar la tarea que vos empezaste parada frente al espejo. Los besos que recorren la espalda, blanca se estremece con unos labios paseando, recorriendo, jugando ese juego de pasión sobre tu cuerpo Te mirás, sin ropa, pero no vulnerable Todo el fuego de frente al cristal que te refleja una mano corriendo tu pelo, un beso que sigue la curva perfecta del cuello que corre un bretel y besa el hombro desnudo, indefenso, haciendo lo propio del otro lado, nuevamente los labios húmedos sobre el blanco marfil de tu torso. Un silencio nocturno te envuelve parada frente al espejo Siento crecer esas ganas de terminar  la tarea que vos misma empezaste quitarte por fin, la poca tela que recubre el oasis del deseo originario Rodearte con los brazos, los ojos incrédulos (Ojos que no alcanzás a ver por obvias razones) el alma misma desencajada ante tu cuerpo, ahora sí, totalmente desnuda, vos y ese doppelgänger, ...

Los símbolos

La calma que precede a la tormenta la quietud previa al huracán una mano tímida que se posa en otra mano una mirada derribando los muros del miedo el beso que, como fuego, arrasa todo a su paso voces que eclipsan el mundo, haciendo que nada más importe.   “Mel et lac sub lingua tua” miel y leche bajo tu lengua, desplaza todo de mí lo que queda de mí; con tu lengua de leche y miel convierte, por fin, esta soledad en frutos y paraíso Tu sabor dulce de fruta perfecta fresca de plena vida y amaneceres despeinada. Abrazar tu nombre cálido un perfume de caricias que todo lo envuelve tibia mirada nocturna que el sueño impide unos labios partidos, como de sal van buscando tu beso, miel bajo tu lengua Las manos también un símbolo mis manos que construyen, imaginan hacen música para vos,  ayer la hicieron, hoy, aquí y ahora y seguramente la harán mañana evocación poética, ojos como galaxias                       Yo soy mis mano...

Redenciones

Como de un sueño lejano, pero no tan sueño ni tan lejano, contempla admirado, absorto, maravillado, la calma en sus enormes ojos como galaxias, incrédulo ante su sonrisa inabarcable de inexpugnable simetría, cada detalle del marfil infinito de los dientes, la perfecta curva de su nariz, el sabor tan extrañado de su boca. Desconoce a qué razón sobrenatural atribuírselo, pero disfruta el poder recordarla en cada uno de sus elementos; cierra los ojos y sin dificultades la ve, la rearma recorriendo las calles de una ciudad tumultuosa, en un juego de miradas nerviosas, de sonrisas casi secretas, de abrazos cálidos e intermitentes. Verla sostener los libros en sus blancas y precisas manos, leyendo las contratapas de algún clásico, los poemas de oficina de Benedetti, cualquier título de Cortázar que despertara su curiosidad, verla feliz inmersa en esa calle llena de libros, de historia, que se transformaba en testigo de la coincidencia, danzando a su alrededor, recibiéndola. La qu...