Hay cosas que pueden olvidarse y cosas que no. Lo sé, porque he convivido con el olvido de unas y con el recuerdo permanente de otras. Olvidé llaves y relojes, ropas varias y guantes de arquero Olvidé direcciones de lugares a los que jamás volví. Números de teléfono de personas que mejor olvidar. Cómo llegar a tal o cual lugar, Olvidé contraseñas, claves y mi gorro de lana preferido. De algunos compañeros del colegio tampoco conservo más que un nombre. Olvidé rostros, olvidé promesas, las que me hicieron y las que hice. Pero no podría olvidar nunca esa sonrisa en la mañana Sentir la curva de tu bajaespalda trazando el recorrido de mis dedos. Tus miradas de ensueño La alegría de tus días en los que me incluías Tus flancos inolvidables Las líneas que dibujan tu rostro, tu rostro todo, tu cuerpo todo. Inolvidable en la mañana /en la tarde ...
Algunos aman en amor la agitación como en el mar aman la tempestad (André Maurois)