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Mostrando entradas de 2018

Quemar

Que los encuentros con vos sean mágicos. Que me mires mirarte y jugar una, dos, mil tardes. Recorrernos con los ojos y también con las manos entrelazadas, jugando a reconocerse, soltándose caricia soltándonos besos en la punta de la nariz. Que me cuentes de vos, de tus sueños. Vivir el tiempo, e s t i r a r l o  c o m o  c h i c l e, perdiéndome en el recorrido de los ojos azules que trazan caminos y vaivenes que van y que vienen y se posan en cosas, como pájaros, gorriones azules cuando contás algo con entusiasmo. Prestarte mis libros y que me compartas los tuyos, hablar (sea-lo-que-sea) tirados en el suelo. Verte cotidiana, ser parte de la cotidianidad de tus paisajes. Escucharte decir cualquier cosa, por más pequeñita que sea. Me gusta mirarte cuando me hablás de algo que no logro entender del todo, y tu manera tan resuelta y simpática de explicar. Nuestros encuentros desbordados de tus ojos azules de esperanza. Tus palabras certeras. Reconocernos hoy, con nuestra histor...

Los monstruos.

Siento que me refugio en la madrugada, y no es algo de ahora, ya hace tiempo empecé a darme cuenta que todo pierde sentido (y lo gana a la vez) alrededor de esta hora. Me paseo saltando de red social en red social. La gran F, el pájaro, la cámara. La competencia moral y perritos en adopción, las sentencias en 140/280 caracteres. El ego paisajes autofoto, click, la chica que me gusta con un nuevo amor. Golpe bajo y cuenta de protección. Una, dos, diez veces así. De atrás para adelante, arrastre hacia abajo y suelte para actualizar. Total oscuridad excepto el teléfono. Me destapo un poco una pierna y con ese fresco, una bocanada de realidad que me advierte que hasta ese momento todo estaba viciado; la completa oscuridad en cierta forma me protege de lo que a la luz del día es inevitable: la ropa toda desparramada en el suelo, y sin embargo la piso y sigo. Libros, tambores, cables, más ropa, dinero. Todo en estado catastrófico de abandono y no hago el mínimo esfuerzo por poner un po...

No te salvo.

Podría arrepentirme hoy, ahora,  de cada paso en falso, cada caída certera al vacío sin poder poner las manos; La cara contra el piso, estallido de huesos en este concreto de realidad inexpugnable.  Concreto [cemento] y concreto [el aquí y el ahora].  La arena que cae lenta pero constante por la cintura del reloj Y estoy como aturdido frente al recuento de los fracasos.  Un golpe, dos golpes, sacudirse un poco y seguir. Claro que siempre será la mezcla de tierra y sangre en las manos, pero de todos modos seguir (por qué, para qué).  Mientras, todo se va sucediendo, y dejo que suceda, no hago nada para cambiar el rumbo fatal. Asisto inmóvil a la cuenta regresiva.  Soy esa canoa que se mece en el agua del río nocturno.  Mi alma se va erosionando a fuerza de tristezas, pero es tarde y hay que dormir.  Pero los pedazos de alma, goodbye sweetie, mañana nos debatimos internamente los grandes problemas coyunturales, esos con mayúsculas. Siempre es mañana...

El viento que borró las palabras invisibles.

No me preguntes. No lo sé. No sé ni por qué ni para qué estoy haciendo esto, pero acá estoy; frente a vos, con esta mezcla de miedo, sintiendo otra vez el nudo en la garganta, la transpiración en las manos, los nervios, todo tan familiar, tratando de mirarte a los ojos, completamente mudo. Sí, ya sé que todo había quedado claro: el último abrazo, las últimas lágrimas derramadas, las nostalgias y los recuerdos, el silencio, el ciclo cerrado, la despedida. Te juro que yo también estuve en un principio seguro de que todo había quedado claro; que no había lugar a los arrepentimientos. Que el punto era punto final, pero no sé. No pongas esa cara, por favor, y antes que decidas salir por esa puerta, te pido me escuches. No, no. No es esa la idea; es que no logro soportar tu ausencia, y me desesperan las ganas que tengo todos y cada uno de los días, de salir corriendo a buscarte. Encima tus palabras fueron un golpe de nocaut, certero, muñeco a la lona, directo a mis miedos más horri...